lunes, 5 de diciembre de 2011

CARTA ABIERTA A GILAD SHALIT DESDE LA VIEJA SEFARAD

Querido Gilad,

Supongo que estarás hecho polvo, cansado, confuso... Imagino que, sin haber tenido tiempo apenas para descansar, las sensaciones se agolparán todavía dentro de tí. Te secuestraron cuando sólo eras un crío de veinte años. Qué horror... No oso imaginar lo que habrás pasado cada día de cautiverio. Por eso celebro que esta historia haya tenido un final feliz y tú vuelvas sano y salvo al lugar que te corresponde.

Verás, yo soy español. En mi país sufrimos los actos terroristas de una organización llamada E.T.A. Entre los mil muertos que ya nos han causado sus atentados, hubo un caso especial, hace 14 años; un caso que conmovió más que nunca a toda nuestra sociedad. La víctima fue Miguel Ángel Blanco, un chico de 29 años que militaba en el Partido Popular. Los terroristas lo secuestraron y comunicaron que lo matarían en 48 horas si el gobierno de turno no llevaba a cabo el inmediato traslado de los etarras presos a las cárceles vascas. Tal acercamiento nunca sucedió y los terroristas cumplieron con su amenaza, asesinando a Miguel Ángel Blanco.

¿Por qué te cuento esto? Pues te lo cuento porque, pese a que no se puede culpabilizar al gobierno español por la muerte de aquel chico (los únicos culpables son los terroristas, malditos sean), me asusta la gran diferencia entre la actuación de mi gobierno y la del tuyo.

El hecho es que E.T.A. pidió el traslado de los presos, no que se liberara a mil de ellos (siquiera a uno) a cambio de Blanco. Es decir, pidió bastante menos de lo que Hamás ha pedido por tí. Y sin embargo el gobierno español se limitó a condenar el secuestro y a declarar que no podían ceder ante el chantaje de los terroristas. Mientras que tu gobierno no ha dudado en salvarte la vida, agarrándose incluso a la opción más descabellada imaginable: mil terroristas a cambio de tí.

Quizás me equivoque analizando las cosas de esta manera, pero lo que todo esto me indica es que Israel valora a cada unos de sus ciudadanos mucho más, infinitamente más, que España o que cualquier otro país del mundo. A diferencia de las demás naciones del planeta, Israel va hasta el fin del mundo para salvar a uno solo de los suyos. ¡Qué envidia! Siéntete afortunado y orgulloso de formar parte de ese país que no duda en enfrentarse a gran parte de su propia sociedad (liberar a mil terroristas palestinos no es una medida muy popular) para salvarte la vida.

Para terminar, quiero decirte que tu liberación me alegra de corazón. Para mi, tú también vales infinitamente más que ese millar de malnacidos liberados y que todas sus familias juntas. Sólo hay que ver vuestras reacciones al ser liberados: mientras tú declarabas “espero que este acuerdo ayude a alcanzar la paz”, los palestinos liberados escupían fuego contra Israel e incitaban a los suyos a la guerra santa contra los judíos. Esa es la diferencia entre tú y ellos, entre los israelíes y los animales sin entrañas de todos esos países que rodean al tuyo.