sábado, 1 de diciembre de 2012

LUMINARIAS EN EL SOLSTICIO DE INVIERNO

Desde la más remota antigüedad, el ser humano sabe, por experiencia de especie, que hacia el último mes de nuestro año gregoriano, el sol va desapareciendo cada día antes y la noche va ganando su partida paso a paso, hasta convertir el día más corto del año en un suspiro de luz, registrándose el atardecer poco después del culmen del día.

En los albores de esto que hoy llamamos Humanidad con mayúsculas, el asustadizo homínido de las cavernas que fuimos llegó a pensar que, si no hacía nada por remediarlo, el astro rey desaparecería por completo un día y no volvería a amanecer jamás. Este miedo irracional le condujo a la creación de una amalgama de prácticas mágico-religiosas, que, con el fuego como protagonista, intentaba, por un lado, recrear la luz natural y, por otro, asegurarse de que ésta volviera, a no tardar.

Esos festivales de las luminarias tomaron diversas formas, dependiendo de las culturas, pero, a la postre, se convirtieron en rituales sagrados, sin los cuales el género humano se sentía perdido y al borde de la extinción irremediable por falta de luz. No hay que olvidar que la mayor parte de los panteones sagrados ancestrales tienen al sol como dios central y padre de la vida.

El tiempo siguió avanzando por regiones y adaptándose a nuestros calendarios, pero aquí y allá se siguieron recreando los mitos, cuyo centro era el sol y la preparación de su venida: desde el Inti Raymi de los incas, pasando por el Yalda del mitrismo iraní, hasta llegar a la primera Roma de las Saturnales y, después, a la del Sol Invicto, todo evoca esta necesidad vital del ser humano y su deseo imperioso de que el sol renazca. Hasta la Janucá judía de la época del Segundo Templo, con su goteo diario de luz en cada brazo de la menorá, debió recoger tradiciones israelitas anteriores y dotarlas del carisma de los Macabeos para que perdurase en el tiempo y no fuese podada del futuro  árbol del judaísmo rabínico.

Luz, renacimiento, esperanza y buenos deseos: ¿nos suena de algo, verdad? Renuncio a traer y llevar de nuevo el cargamento de objeciones que la Natividad, vulgo Navidad, suscita en el purista. Lo que quiero es, de alguna manera, recordar que en el fondo no hemos cambiado tanto y que quizás deberíamos, de vez en cuando, bajarnos de nuestros pedestales digitales y urbanitas para reconocer que durante unos cuantos días del año albergamos en nuestras almas un desasosiego creciente ante el temprano atardecer y un temor, como vago, lejano, pero presente, de que el astro rey pierda la partida esta vez y nos deje sumidos en las tinieblas del Mummer's Day de los galeses: día de oscuridad. Por eso, y en ausencia de hogueras encendidas en las encrucijadas, llenamos nuestras casas, nuestras calles, nuestros trabajos y nuestras vidas de luces grandes y pequeñas que nos hacen más llevadero el tránsito al renacimiento.

Por la luz y el renacimiento.

domingo, 18 de noviembre de 2012

NO HAY NADA QUE HACER

El conflicto de Oriente Medio es cíclico. La situación que nos toca vivir estos días se reproduce cada pocos años y no parece haber mucha solución. Pese a los esfuerzos del contendiente más civilizado de los dos, todo, absolutamente todo vuelve siempre al mismo punto, tanto dentro como fuera del campo de batalla. Así, por enésima vez, el panorama es el siguiente:

La organización terrorista islamista Hamás, que gobierna la franja de Gaza, ataca a Israel lanzando sus proyectiles salidos del horno iraní de Ahmadineyad. Esta vez, los mal llamados “cohetes” llegan más lejos que nunca, haciendo sonar las sirenas en Tel Aviv e incluso en la capital del estado judío, Jerusalén, donde no se escuchaban desde 1992. Los proyectiles de Hamás son lanzados contra la población civil israelí, causando la muerte de tres personas.

La respuesta israelí no tarda en llegar. ¿Acaso cabría esperar que un país atacado no defienda a su población del fuego vecino? El ejército israelí bombardea posiciones palestinas, centrándose en sus objetivos militares. Pese a las dificultades para llevar esto a cabo, Israel intenta minimizar el impacto de sus ataques en la población civil de la franja. Para ello, la aviación israelí lanza desde el cielo de Gaza miles de folletos informativos en los que se pide a los gazatíes que se alejen de las posiciones de Hamás. Del mismo modo, las fuerzas de defensa israelíes realizan llamadas telefónicas a las familias palestinas de la franja, para alertarlas de la situación. Tras estos prolegómenos, Israel lleva a cabo su respuesta militar. El número de bajas civiles provocadas es necesariamente mayor que el de bajas sufridas, debido al nada desdeñable hecho de que Hamás acostumbre a abrir fuego contra Israel desde hospitales, colegios o guarderías.

Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, condena con la boca pequeña los ataques de Israel, pero en el fondo no parecen preocuparle demasiado, pues nada le allanaría más el camino hacia el control exclusivo de los territorios palestinos, que la desaparición de todo miembro o partidario de Hamás, con los que Al Fattah está literalmente en guerra fratricida.

Las revueltas en los países árabes no tardan en producirse. En ellas, las turbas enfervorecidas claman por la destrucción y aniquilación de Israel y de los judíos en general.

La Comunidad Internacional pide a ambas partes el cese de las “hostilidades”, pero sin atreverse nunca a mediar equitativamente en el conflicto.

Las ideólogos progresistas de medio mundo, cegados por su  incapacidad para ver el dolor israelí, acaban posicionándose consciente o inconscientemente, pero siempre de forma paradójica, del lado de la organización terrorista islamista Hamás, que no sólo representa unos valores opuestos a los suyos, sino que es además responsable de abrir fuego primero, iniciando así la guerra.

Los ideólogos conservadores, por contra, cegados por su animadversión hacia el elemento musulmán, cometen el error (también consciente o inconscientemente) de tomar la parte por el todo, culpando del conflicto a todos y cada uno de los palestinos, al mundo árabe en general, o incluso al Islam como concepto, perdiendo de vista que los únicos culpables del ataque militar a Israel, son los que lo llevan a cabo, es decir, los terroristas de Hamás.

La gran mayoría de medios de comunicación europeos rescata del baúl todo su arsenal de técnicas demonizadoras de Israel, ocultando, soslayando, obviando o minimizando (en el mejor de los casos) el daño que provocan los ataques palestinos. ¿Por qué lo hacen? Nunca lo sabremos, aunque imagino que debe de ser una gran losa en la conciencia el saberte propiciador o cuanto menos, auspiciador de todo un holocausto contra un grupo humano concreto, en pleno siglo XX. Dado que el genocidio, es por su naturaleza injustificable, supongo que como agresor te debe apetecer que tu víctima al menos tenga la culpa de algo. Si a ello le sumamos la dependencia del petróleo árabe de países como el nuestro...

Los miembros de las ONGs, movimientos antisistema y partidos políticos de izquierda radical, que aún no se han manifestado por el verdadero genocidio que Bashar Al-Assad está llevando a cabo en la vecina Siria, se apresuran (secundados por las élites progresistas intelectualoides del mundo de la “cultura”) a tomar las calles ataviados con sus desempolvadas pancartas anti-Israel. Y digo bien, desempolvadas, viejas, no de nueva creación para la ocasión, como se pudo constatar por el lema de la pancarta de una de las jóvenes que ayer se manifestaban en Barcelona:  "No en mi nombre" ¿...? Cabría explicarle a la susodicha, que en su nombre no se está llevando a cabo ninguna guerra, pues España (o Cataluña, como ella prefiera) no están militarmente involucradas en la contienda. En su nombre, eso sí, el gobierno español donó hace poco tiempo, seis millones de euros a Gaza (los mismos millones que de parados en España), a modo de ayuda humanitaria. Ni que decir tiene, que el gobierno de Gaza, es decir, la organización terrorista islamista Hamás, los utilizó para forrarse de armas hasta los dientes e iniciar así una nueva guerra santa contra Israel.

Mucha otra gente, que por falta de interés en el tema, desconoce la situación real, juzga más adecuado posicionarse del lado palestino, haciendo gala de esa tendencia natural del ser humano a sentirse más próximo al débil que al fuerte. Y como su desconocimiento radica en la la falta de interés, pues tampoco se paran a cuestionarse si esa debilidad palestina es tal. Desde luego, en los medios de comunicación, la fuerza/debilidad de los contendientes es simétricamente opuesta a la que ambos poseen en el campo de batalla. Y eso cuenta mucho. Que se lo pregunten a los israelíes.

La gente cercana a uno, que suele pertenecer al grupo anterior, te intenta hacer ver, sin mala intención, "el genocidio que los judíos están llevando a cabo con los palestinos”, mientras que un servidor, que a estas alturas ya casi da por imposible el entendimiento, intenta evitar el tema a toda costa, para no acabar a también golpe de misil con la gente apreciada o querida.

Señores, que nadie se equivoque, que esto es muy sencillo. Mientras la gente no quiera entender que Israel es un país absolutamente normal, un estado democrático como cualquier país de Europa, pero rodeado de teocracias islamistas que que lo atacan militarmente cada dos por tres...  Mientras la gente no quiera entender que Israel sólo quiere que el mundo le deje en paz de una vez por todas y para siempre... Mientras la gente no quiera entender que Israel no ha empezado ni una sola de las guerras en las se ha visto involucrado, aunque las haya ganado todas... Mientras la gente no quiera entender que Israel tiene el mismo derecho a defenderse del sistemático ataque militar vecino, que tendría España de defenderse de un hipotético ataque militar francés, portugués o marroquí...

Mientras la gente no quiera entender todo esto, sencillamente, no hay nada que hacer.

martes, 25 de septiembre de 2012

KAL NIDRE

Dejando que el arameo resuene en la apertura de otro Yom Kippur que llega, formulamos un deseo de envolvente energía renovadora para todos aquellos que creen que deben ayunar y para todos los que mañana trabajarán, para los que están a punto de pronunciar la plegaria y para los que no saben de su existencia, para los judíos y para los no judíos.

Por todos ellos y por todos nosotros, el jazan y la congregación están a punto de recitar: 

"Será perdonada toda la congregación de los hijos de Israel y también los forasteros que habitan entre ellos, porque de todo el pueblo fue el pecado involuntario".



sábado, 28 de julio de 2012

SEMBLANZAS DE TOLEDO

I. SAMUEL HALEVÍ ABULAFIA.

Dice Yitzjak Baer en su enciclopédica y fundamental Historia de los judíos en la España cristiana que, cuando detuvieron a Samuel Haleví y a todos los miembros de su familia en 1360, los enviados reales se incautaron, entre otros muchos bienes materiales, de ochenta esclavos musulmanes, que eran propiedad del magnate. La anglófona Jewish Enciclopaedia, por su parte, se hace eco de esto también y desgrana con minuciosidad todo lo que, estando en posesión de la familia Haleví, fue decomisado en las horas que siguieron a la detención y posterior encarcelamiento del, hasta entonces, poderosísimo tesorero real de Pedro I. Un tesoro digno de la alta nobleza de aquel entonces, que consistía, entre otras muchas pertenencias, en nada menos que ciento noventa mil doblones de la época, veinte cajas repletas de joyas y ricas telas y multitud de tierras en los aledaños de Toledo y de Sevilla.

De este singular estadista judío, cuya trayectoria política y profesional constituye, sin duda, una de las cimas de su pueblo en la vieja Sefarad y, quizás, por su cercanía con los funestos sucesos de 1391, un esplendoroso canto de cisne, poco sabemos a nivel personal. Las fuentes sitúan su nacimiento en torno a 1320 y su trágico final en noviembre de 1360, pero escasos son los datos que nos dibujan algo más que lo estrictamente público del personaje, lo cual no es poco, dada su condición judía.

En el Toledo de la época y de la Edad Moderna, quedaron reminiscencias toponímicas relacionadas con este personaje, toda vez que se hablaba del “palacio del judío”, en las inmediaciones de la actual sinagoga del Tránsito, en tiempos, de Samuel Haleví, ya que fue su munificencia la que posibilitó la obra. Asimismo, fue su poder en la entonces corte el que hizo posible que esta sinagoga fuera esplendorosa en ejecución y compitiese en envergadura con algunas iglesias toledanas, saltándose la ley cristiana en este sentido. Damos por hecho que, si el mecenas hubiera sido otro, con menos poder en el sancta sanctorum del rey y de su concubina, doña María de Padilla, probablemente hoy en día no disfrutaríamos de la presencia, siempre impactante, de este gran edificio.

Don Samuel perteneció a la aristocrática estirpe de los Abulafia Haleví, avecindados en Toledo probablemente desde los tiempos de Alfonso VI o, quizás, antes, junto con las estirpes de los ben Waqar y de los ben Shoshan, o Abenxuxen. No olvidemos que el Toledo andalusí contaba con muchas familias judías, que, tras la conquista cristiana, decidieron quedarse y probar suerte como traductores y notarios públicos, por su extenso conocimiento del árabe, como almojarifes -tesoreros, recaudadores- o alfaquim -médicos- y, en fin, como conocedores e intérpretes del viejo orden musulmán para los nuevos dominadores cristianos. Sin su aportación, muchas veces resaltada, pero pocas veces comprendida, los reyes cristianos hubieran tenido que prescindir del refinamiento institucional, cultural y social de Al-Andalus, pues los repobladores cristianos que estos reyes trajeron a las nuevas tierras, recios campesinos de la meseta como eran, poco habrían podido aportar en esta dirección.

Así pues, don Samuel debió estar emparentado con grandes figuras de la judería toledana, entre las que podemos destacar al rav y juez mayor de la aljama, Todros ben Yosef Haleví Abulafia, de tiempos de Alfonso X el Sabio, o al poeta Todros ben Yehuda Haleví Abulafia, que describió en sus poemas la relajación moral de la aljama de su tiempo y que llegó a ser discípulo del rabino Yona Girondí de Gerona.

Siendo como era un aristócrata judío, si se nos permite la licencia, estaba llamado a desempeñar un papel central tanto en los círculos de la corte cristiana, como en el interior de la propia aljama. Y así fue como llegó a ser almojarife mayor del reino -tesorero mayor-, diplomático y hombre de confianza del malogrado Pedro I, el último de los reyes de la antigua dinastía castellano-leonesa. No obstante, y como su condición determinaba en gran medida, cayó en desgracia súbitamente y el final de su vida y de la de sus familiares fue trágica, precipitándose al vacío desde lo más alto.

En la actualidad, y con la restauración de la Casa Museo del Greco, han salido a la luz unos subterráneos que debieron pertenecer a la casa palaciega de don Samuel. Se trata de dos niveles, que aún siguen excavándose, pero que ya son visitables y que se encuentran en los jardines del museo mencionado, frente a la antigua casa del marqués de la Vega-Inclán.

En la visita, su oscuridad concita el misterio que rodeó la vida de este emblemático personaje de Toledo, al menos para la posteridad, que nunca sabrá el porqué de su caída en desgracia. Aunque quizás también para sus contemporáneos fuera misterioso un desenlace tan abrupto y truculento como colofón a tan brillante trayectoria vital. Ninguno de sus coetáneos pudo entender entonces por qué alguien que había llegado tan alto, había caído en desgracia de tal manera que nada ni nadie pudo arrebatarle a las mazmorras reales sevillanas, donde fue torturado hasta la muerte, víctima de una conspiración orquestada por judíos, que nunca pudo aclararse.

No hace mucho, el ayuntamiento de Toledo ha tenido a bien colocar una efigie del que pudo ser don Samuel frente a las que fueron su casa y su sinagoga. Se trata de una efigie de mirada dura e impenetrable, que, junto a una Torah simbólica, parece custodiar el espacio de sus antiguas habitaciones y las de sus correligionarios. Un semblante que parece retener algo de la fuerza de aquella personalidad arrolladora y dominante que debió de ser don Samuel Haleví Abulafia, un castellano más, de bendita memoria.

domingo, 6 de mayo de 2012

BENZION NETANYAHU: IN MEMORIAM

La mañana del pasado lunes 30 de abril nos dejó en Eretz Israel el profesor Netanyahu, zijrono li'beraja, a los 102 años de edad. No por esperado, dada la avanzada edad que tenía, deja de sobrecogernos el fallecimiento de este polifacético ser humano, que para Occidente eclipsa la mediática figura de su hijo, Bibi Netanyahu.

Hijo de rabino polaco sionista, llegó a Eretz Israel mucho antes de la creación del estado moderno y, con el tiempo, se convirtió él mismo en líder del movimiento sionista revisionista, llegando a ser secretario del propio Ze'ev Jabotinsky. Militó y creyó hasta el fin en el tan denostado concepto del Gran Israel (Eretz Israel Hashlemah) y entregó un hijo para la causa, cuando su primogénito Yonatán fue asesinado, mientras lideraba la operación Entebbe de 1976, convirtiéndose así en un héroe para sus conciudadanos.

Sin embargo, y en nuestra modesta opinión, si por algo debe ser recordado el profesor, es precisamente por su gran aportación a la investigación histórica de la comunidad judía medieval en tierras hispanas, esto es, a la Edad de Oro de los judíos en Europa, que se desarrolló en la vieja Sefarad.

Su gran aportación consistió en matizar y revisar hasta la saciedad todo el trabajo anterior y en dotarlo de una nueva y valiente visión, que, precisamente por osada y adelantada a su tiempo, le valió numerosísimas críticas y le granjeó la antipatía de no pocos estudiosos de la materia. Y es que, en un alarde de conocimiento de la naturaleza humana y, como decimos, a través de una exquisita revisión y estudio de las fuentes, el profesor determinó que el carácter de la judeofobia patria no tuvo nada que ver con la supuesta ola de judaizantes predicada por propios -caso del profesor Baer- y extraños -caso de los historiadores españoles-, sino que obedeció a una simple cuestión de racismo. ¿Nos suena de algo? El caso es que el profesor Netanyahu se atrevió además a poner en tela de juicio la supuesta fidelidad de los conversos a su ascendencia e identidad judías y a muchos de ellos los supuso asimilados ya en la segunda generación posterior a los pogroms de 1391, lo cual fue imperdonable para muchas figuras sobresalientes de su pueblo, así como para muchos teóricos de la mentira histórica y la novela rosa.

Osado y valiente, fue denostado por unos y por otros tanto en lo político como en lo académico. Nosotros nos quedamos con la totalidad de lo que fue su vida. Una existencia llena de aciertos y de desaciertos, ya que es la imperfección lo que nos hace humanos y él desarrolló su humanidad en todos los aspectos de una larga vida. No obstante, creemos que es la pasión por lo que consideramos nuestro lo que nos acerca a la posteridad y estamos seguros de que de eso, y pese a su apariencia de viejo profesor despistado de película de Spielberg, andaba sobrado Benzion Netanyahu.

Hasta siempre, desde la vieja Sefarad, descubierta y reinventada por usted, querido profesor.

sábado, 5 de mayo de 2012

AJAREI MOT-KEDOSHIM: SANTOS Y SEPARADOS

La parashá de esta semana, como algunos años ocurre, está formada en realidad por dos parashiot. La de “Ajarei-Mot” y la de “Kedoshim”. La razón de su unidad no es otra que la ubicua presencia en las mismas del concepto que las sintetiza: la santidad, con mayúsculas y con minúsculas. No olvidemos que el Eterno la predica de sí mismo también.

Por supuesto, con esta explicación no descubrimos nada que no esté desmenuzado en todas las fuentes disponibles. Tampoco añade nada decir que la santidad se interpretaría tanto por los tannaítas  como por las fuentes rabínicas posteriores como “separación”. Así lo testimonió Rashi en la Edad Media; sin duda, heredero de una tradición bien conocida por sus antepasados.

Lo que nos interesa resaltar es la trascendencia de este concepto para la posteridad. Tanto para el pueblo de Israel como para su heredero apócrifo, el cristianismo. Para Israel, para el pueblo judío en definitiva, se trataría de su manera de “estar” en el mundo de ahí en adelante. Para el cristianismo, que se atribuye, no sin cierta impudicia, el ser el verus Israel, la invención o el perfeccionamiento de nuevas formas en la vía de la espiritualidad, como son el ascetismo y el monacato, ya sea masculino o femenino.

Evidentemente, la  santidad por la separación, interpretada por unos primero y por otros después, es un concepto diferente y, en muchos casos, hasta divergente. Los hijos de Israel se separan del mundo, pero permaneciendo en él, ya que mantienen todos los postulados de una vida secular y, al mismo tiempo, la cargan de límites y de barreras para alejarla lo más posible de lo mundano. Y eso, toda vez que la separación extrema, habiendo existido, como por ejemplo en el caso del mundo esenio, había resultado un fracaso. Al menos, es ésta la explicación del mundo rabínico al colapso de las múltiples formas de judaísmo de la época del Segundo Templo que no fueran la superviviente y rediviva de Yavneh: pero es otra historia que merece un aparte. Los hijos de la Iglesia, por su parte, acaban separándose de lo humano, en una vana pretensión de ser algo así como seres angelicales: sin sexo y sin ego, negándose a sí mismos para llegar a D'os.

Se trata en ambos casos de un concepto muy bello, pero, como decimos, muy poco humano. Objetarán los teóricos del rabinismo que su forma es más asequible y, por tanto, más verdadera: sin negar al hombre, como los sacerdotes y monjes cristianos, se acercan, sin embargo, a D'os por su estricta observancia de prohibiciones y a través del cumplimiento de las mitzvot. No les falta razón, pero se olvidan de una cuestión para nada insignificante: se alejan de su prójimo, entendiendo como tal al “no judío”. Y eso, en nuestra humilde opinión, deshumaniza en igual medida que el negarse a uno mismo, tal como D'os nos ha creado. Ese Creador, cuyo propósito al dotarnos de una determinada naturaleza, sea que experimentemos la imperfección para, una vez asimilada, poder iniciar el camino de la perfección que, seguramente, al final de un largo recorrido, nos espera.

domingo, 8 de abril de 2012

PESAJ, PASJA, PASCUA

En estos días, se celebran las pascuas judía y cristiana, puesto que ambas están ligadas al plenilunio primaveral y, pese a los esfuerzos de la Gran Iglesia por distanciarlas, siempre acaban rondándose la una a la otra.

El pueblo judío conmemora su salida de la esclavitud de Egipto, con la ayuda del Todopoderoso, que lo sacó “con mano fuerte y brazo extendido” y los cristianos, la muerte y resurrección del Hijo de Dios, venido al mundo para sanarlo de sus pecados.

En ambos casos, y pese al significado que el judaísmo rabínico y el cristianismo ortodoxo le han dado a la celebración, se trata en realidad de una festividad que ha amalgamado varias otras más antiguas y que, finalmente, ha sido coronada con el simbolismo más elaborado de cada una de las confesiones, que suele ser el más sofisticado.

Los agricultores cananeos festejaban el plenilunio primaveral, ofreciendo panes ácimos, amén de otras primicias, a la naturaleza deificada, que había tenido a bien concedérselas. Los ganaderos de la región, por su parte, mataban un cordero, que ofrecían a los dioses-demones de sus creencias politeístas, y aspergían con su sangre las jambas de sus tiendas para así protegerlas. Si es verdad que hubo un grupo humano que salió de Egipto en pos de su libertad, allá por los estertores de la Edad del Bronce, aquel grupo, una vez en Canaán, unió su experiencia liberadora a aquellas ya existentes, para conformar después una fiesta de peregrinación y ofrenda al templo de Jerusalem y una rica fiesta de purificación y de fortalecimiento de la identidad, una vez que éste dejó de existir y el judaísmo rabínico ocupó el lugar del sacerdotal.

Cuando el advenimiento del judaísmo nazareno, que daría paso al cristianismo, al Pésaj judío, se superpuso la significación de que el cordero pascual, toda vez que el Templo ya no existía, era el propio Jesús, el cual, aunando en sí la vocación de Pésaj y la de Yom Kippur, se sacrificaba voluntariamente para redimir las culpas de la humanidad escrita con mayúsculas. Así pues, se creaba una Nueva Alianza, ya que la que marcó la salida del pueblo judío de Egipto, en la que D'os lo sacaba de una vida de esclavitud para llevarlo a una de libertad en la Tierra Prometida a los patriarcas, había quedado obsoleta. Sin embargo, el significado no desparecía, sino que se fortalecía. La esclavitud del pecado daba paso a la libertad del hombre nuevo, renacido por efecto de la Resurrección del Hijo de Dios Altísimo.

Podemos concluir, con bastante humildad, que en lo humano nunca hay nada nuevo bajo el sol -citando a otro gran e imprescindible libro de la sabiduría judía- y que, en el fondo, somos mucho más parecidos al hombre primitivo de lo que creemos. Aquel hombre que se sorprendía, como nosotros ahora, quizás, con la contemplación de la grandeza del plenilunio primaveral, sentado a la puerta de su tienda de pastor nómada.

martes, 20 de marzo de 2012

ESTO ERES TÚ, EUROPA

Los judíos construyen muros para dividir y aislar...
Los judíos son los causantes del hambre el el mundo...
Los judíos masacran a los palestinos...
Los judíos bombardean hospitales y colegios...
Los judíos “tienen el monopolio de...”
Los judíos son los causantes de 11-S...
...y seguramente, también del 11-M.
Los judíos quieren el control del petróleo a nivel mundial...
Los judíos raptaban niños para matarlos en ritual y beberse su sangre...
Los judíos mataron al Señor...
Los judíos se han inventado un holocausto que nunca existió...
Los judíos son culpables de la crisis mundial...
Los judíos son los causantes de todas las guerras...
Los judíos conspiran contra la humanidad desde las sombras...
Los judíos deciden nuestros destinos...

Los judíos, los judíos, siempre los judíos, porque... Los judíos dominan el mundo.

Pero al mismo tiempo “el pueblo judío no existe ni existió jamás, es una invención”.

Esto eres tú, Europa. Esto has sido siempre. Tú has creado todo esto. Tú te encargas, a diario, de mantener viva la llama de esa judeofobia que creaste hace ya tantos siglos... ¿Y ahora te llevas las manos a la cabeza por lo sucedido en la escuela judía de Toulouse? ¿De verdad te sorprende? No, no te sorprendas, viejo continente, pues tú eres el único culpable de estas muertes. De éstas, de los millones de ellas que causaste antes, y de las que todavía están por llegar. Por eso existe Israel. Allí a nadie le sorprende lo sucedido este fin de semana. Sin embargo, los israelíes nunca titularán en sus periódicos “Europa mata a tantos judíos (más)”. ¿Te suena? Esto eres tú, Europa: